Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 23.02.19
Venezuela está en capilla. Reza porque el amanecer que se adivina esperanzador no esté condenado a un preludio de sangre, más allá del constante flujo de muerte en que hace ya lustros que se ha convertido la vida cotidiana de ese régimen socialista de mafia, narcotráfico, comunistas y generales. Claro está que no hay vuelta atrás. Han de producirse actos de fuerza para acabar con la voluntad de resistencia criminal de un régimen que no tiene el más mínimo escrúpulo ni la menor compasión hacia su pueblo. Nicolás Maduro y su mafia tienen que caer para que los venezolanos puedan vivir y no mueran en una demencial catástrofe de hambruna y enfermedades. Quien pide aun diálogo con el asesino solo es cómplice o mercenario del mismo.
El régimen controlado por La Habana y sus socios de la droga se ha enrocado y amenaza con un baño de sangre si las democracias americanas se deciden a vencer la despiadada resistencia al suministro de ayuda humanitaria a una población exangüe. El siniestro general Hugo Carvajal ya ha cambiado de bando en busca de una solución personal. Otros negocian. Pero hay mafia narcotraficante que cree que puede resistir y mantener aquella inmensa industria criminal. Y el mando supremo que es el régimen comunista de Cuba, especialista en aguante y supervivencia, sabe que cuando caiga el régimen venezolano todos los focos se ponen en la isla. Hay una decisión ya tomada en una alianza panamericana sin igual de que hay que acabar con el foco de veneno ideológico, inestabilidad política y crimen organizado que es La Habana.
Aunque los planes de unos y otros están en plena ejecución, el mundo no tiene aún elementos para adivinar qué puede pasar en los próximos días. Pero todos son conscientes de que estamos ante una cuenta atrás para acontecimientos de mucha gravedad y profundas consecuencias para el futuro de ese país y toda América. Hoy debe comenzar a entrar la ayuda humanitaria al territorio de Venezuela. Los suministros de alimentos, medicamentos y otros productos básicos han llegado a las fronteras de Venezuela con Colombia y Brasil. Tarde para miles de venezolanos muertos en pasadas semanas. Pero como punta de lanza de la esperanza. Mañana las fronteras pueden hacerse permeables. Para el principio del fin de una terrible pesadilla de tres lustros de horror.
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