Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Varsovia
ABC 22.09.07
«Quiero ser franco. Estoy muy preocupado con Kosovo. Milosevic no fue derrocado para que Kosovo fuera independiente. Dibujar nuevas fronteras en Europa reconociendo «de facto» la autodeterminación de territorios, es la vía más corta hacia el desastre. No creo que el futuro de Europa se deba basar en sociedades étnicamente puras».
Este comentario de José María Aznar en el Castillo de Varsovia y su advertencia de que los nacionalismos pueden dar al traste con el futuro de Europa ha tenido mucho eco por los paralelismos que tantos ven entre la independencia de Kosovo y las demandas políticas de otros nacionalismos, en parte en España.
Pero frente a quienes creen que la independencia de Kosovo es un precedente fatal, otros sostienen que esos temores no vienen sino de caer en la trampa que los nacionalismos quieren tender a la política europea al crear paralelismos inexistentes. Porque el proceso propuesto por el mediador de la ONU y ex presidente finlandés Mati Ahtisaari es, consideran muchos, inmejorable. Y nada tiene que ver con ambiciones separatistas en Europa occidental y ni siquiera en Rusia. Porque los Estados europeos deben entender que la independencia del Kosovo no es una desmembración de un Estado-nación que Serbia jamás ha sido, sino el final del proceso de disolución de Yugoslavia. Y que es urgente pasar página para que Serbia pueda liberarse del fantasma que la bloquea en el salto a la modernidad.
Ratificación general
El discurso de Aznar tuvo ayer una ratificación general en el pleno y en las comisiones de trabajo de la EIN (European Ideas Network), el gabinete estratégico (think tank) del grupo parlamentario popular en el Parlamento Europeo. Ayer, más que nunca según miembros de la misma, se confirmó el fortalecimiento de la idea de que la «corrección política» implantada desde la izquierda en el debate intelectual sobre el trato al enemigo de la democracia ha de ser quebrada en bien de la clarificación de los términos. La transmisión a la población europea de la urgencia de una reacción común a una amenaza a los intereses de todos es uno de los mensajes emergentes del encuentro de Varsovia.
Este comentario de José María Aznar en el Castillo de Varsovia y su advertencia de que los nacionalismos pueden dar al traste con el futuro de Europa ha tenido mucho eco por los paralelismos que tantos ven entre la independencia de Kosovo y las demandas políticas de otros nacionalismos, en parte en España.
Pero frente a quienes creen que la independencia de Kosovo es un precedente fatal, otros sostienen que esos temores no vienen sino de caer en la trampa que los nacionalismos quieren tender a la política europea al crear paralelismos inexistentes. Porque el proceso propuesto por el mediador de la ONU y ex presidente finlandés Mati Ahtisaari es, consideran muchos, inmejorable. Y nada tiene que ver con ambiciones separatistas en Europa occidental y ni siquiera en Rusia. Porque los Estados europeos deben entender que la independencia del Kosovo no es una desmembración de un Estado-nación que Serbia jamás ha sido, sino el final del proceso de disolución de Yugoslavia. Y que es urgente pasar página para que Serbia pueda liberarse del fantasma que la bloquea en el salto a la modernidad.
Ratificación general
El discurso de Aznar tuvo ayer una ratificación general en el pleno y en las comisiones de trabajo de la EIN (European Ideas Network), el gabinete estratégico (think tank) del grupo parlamentario popular en el Parlamento Europeo. Ayer, más que nunca según miembros de la misma, se confirmó el fortalecimiento de la idea de que la «corrección política» implantada desde la izquierda en el debate intelectual sobre el trato al enemigo de la democracia ha de ser quebrada en bien de la clarificación de los términos. La transmisión a la población europea de la urgencia de una reacción común a una amenaza a los intereses de todos es uno de los mensajes emergentes del encuentro de Varsovia.
Artículos de Hermann Tertsch en "ABC" 